Época: Egipto antiguo
Inicio: Año 3300 A. C.
Fin: Año 395




Comentario

El comercio no tuvo la importancia que alcanzó en Mesopotarnia y Siria, aunque es necesario matizar este juicio, porque Egipto desarrolló, no obstante, una viva actividad de intercambio exterior e interior. Egipto era deficitario en madera de construcción, cobre y oro, perfumes y maderas nobles. Tenía abundantes excedentes de cereales, papiro y algunas manufacturas. El comercio exterior estaba en manos estatales y durante el Imperio Antiguo se dirigía a Biblos, a Nubia y al Punt. Del Líbano se traía madera de cedro (en algunos casos se movieron flotas de hasta 40 barcos). Se empleaba para toda clase de construcciones, tanto en tumbas como en casas y para carpintería. Es posible que a través de Biblos llegase también el lapislázuli, que tanto abunda en la joyería egipcia y sabemos que su foco más importante de producción estaba en el lejano Afganistán. Al Punt se iba a buscar desde muy antiguo (por lo menos desde la V dinastía) incienso, oro, pieles. Al Sinaí se enviaban expediciones militares para trabajar las minas de cobre de Wadi Maghara, aunque no se trataba de comercio propiamente dicho. A Nubia se iba desde los comienzos mismos del Estado egipcio con caravanas de asnos y se traían maderas finas (ébano), esclavos, oro en grandes cantidades, miel, grasa, alabastro, etcétera. Las expediciones saqueaban pueblos enteros y se apoderaban del ganado, de la gente y de las cosechas. Durante toda la historia de Egipto, a Nubia se iba a despojar impunemente.
Después de la interrupción del comercio exterior en parte del I Período Intermedio, el Imperio Medio continúa las mismas directrices del Antiguo, y en los mismos sitios, pero a una escala mucho mayor, especialmente en Siria, Líbano y Nubia, donde la presencia egipcia es más fuerte militarmente y, por tanto, el saqueo más eficaz. Durante mucho tiempo se creyó que el establecimiento de Kerma era una especie de emporion para el intercambio de productos con el país de Cush, pero actualmente se piensa con cierta razón que debió ser la capital de este mismo reino, que de un modo o de otro fue un buen lugar para los egipcios en busca de provecho. De lo que no cabe duda alguna es de su importancia comercial. El comercio con los oasis se limitaba a unos cuantos productos, como sal, natrón, alfombras, plantas medicinales, y de algunos se traía madera.

El Imperio Nuevo vio una expansión del comercio exterior en manos estatales, de los que es buen ejemplo las expediciones al Punt en tiempos de la reina Hatshepsut. Pero, a la vez, tenemos noticia de comerciantes extranjeros asentados en Egipto, como los sirios y probablemente otros también. Un método típico para comerciar con los nativos del Punt era el trueque silencioso: los comerciantes egipcios y sus colegas extranjeros dejaban sus géneros en las playas, que eran examinados por los indígenas, procediéndose luego al intercambio si se producía el acuerdo. La razón para tan singular conducta se basaba en el temor de aquellas primitivas gentes a ser capturados y esclavizados por los egipcios. Los comerciantes fenicios hubieron de hacer lo mismo en muchos lugares.